Lanzamiento atípico en Café Mundano |
El
joven empresario constructor y su primo, quien trabajaba con él, decidieron unirse
al grupo de paisanos que harían aquel viaje de vacaciones. Los motivaba los
comentarios que uno de ellos, un abogado y retratista, ‘el mago de los
lápices’, como le decía el escritor suramericano, solía hacer de aquel destino.
El retratista conocía aquella capital, algunos de sus lugares y alrededores interesantes,
así como otros tantos puntos turísticos de ese país que siempre les llamó la
atención y querían conocer.
Desde
cuando comenzamos con los preparativos del viaje el organizador y guía algo
dijo sobre el posible encuentro con un escritor tan desconocido como escurridizo
y a quien él le hizo un retrato que le llevó en otra ocasión, junto con su
compañera, con quien siempre iba, como en este que estaba preparando. Retrato y
entrega a solicitud de un amigo suyo: un poeta y gestor cultural nicaragüense
exiliado en San José.
El
encuentro del todo no estaba confirmado. El personaje aquel parecía que a toda
hora tenía algo por hacer y era difícil que sacara un ratico para que los otros
tres del grupo lo conocieran. Los temas culturales, menos, los literarios, al
parecer, poco hacían parte de los intereses del joven empresario constructor,
ni de su primo. Por lo tanto, si se daba o no el encuentro… les era
intrascendente. Un tercer integrante de talla grande, cercano y casi pariente
del organizador, a quien le decía ‘mi hermano’ por haberle trasmitido algunas
técnicas para dibujar a lápiz, tal vez era el más entusiasmado en compartir con
el escritor.
Durante
la primera semana del paseo conocieron lugares de aquella inmensa y fría ciudad
capital, así como pueblos y parajes sugestivos en sus inmediaciones. También,
su principal atractivo turístico sobre el Caribe, a casi hora y media de vuelo
comercial.
El
tema del encuentro con el escritor parecía disiparse. ‘Su agenda está muy
apretada’. Fue lo que el organizador y guía del grupo les dijo de aquel y lo comentó
con el conductor que los llevó desde el centro de la ciudad capital, vía
Autopista Norte, cuando, al parecer, pasaron cerca de una de las sedes rurales
del fulano, quien se refiere a sus sitios de trabajo como escondites literarios…
o algo así.
El
domingo al atardecer, a dos días del regreso del grupo a San José, el escritor
dio señales de vida. Le escribió al organizador confirmándole que el lunes, entre
nueve y media y diez de la mañana, los esperaba en un lugar algo cerca del
hotel donde se hospedaban. Además, enfatizó en que se podían ir a pie, vía
Carrera Séptima, hasta el Plaza 39, nombre de aquel acogedor centro comercial.
Que les quería invitar un café, según él, de lo mejor de aquellas tierras
tropicales.
Ese
lunes, un poco después de las nueve de la mañana, tras caminar casi una hora desde
el hotel hasta la Avenida 39, llegaron a la esquina donde era la cita. Ninguno
de los tres nuevos en el grupo conocía al escritor, solo el organizador y la
dama del grupo por la visita anterior cuando le llevaron el retrato solicitado
por el poeta y gestor nicaragüense.
Aunque
a esa hora no era mucha la gente que deambulaba por aquella vía capitalina, el primo
del joven empresario notó que un hombre de mediana edad y estatura promedia,
con camisa blanca, como que se les acercaba. ‘Parece un cura’, se dijo, por lo
de la camisa. Sin embargo, como ni el organizador ni su compañera, quienes
conocían al escritor, lo reconocieron al irse aproximando, ni siquiera al estar
a un metro de ellos, no hizo nada. ‘¿Cómo me iba a imaginar que era el escritor?’,
comentó más tarde.
Solo
hasta cuando se paró frente al organizador y los saludó todos reaccionaron con
sorpresa y algo de admiración.
—‘Parece
que nos observó y auscultó el alma un buen rato. Querría grabar en su mente nuestros
ademanes y mensajes corporales casuales, auténticos’ —pensó la mujer del grupo
y compañera, al parecer, del artista de los lápices y guía de la excursión.
—‘Tal
vez… hasta nos incluya en una novela u otro de sus relatos de ficción social’ —pensó
el maestro de talla grande.
—‘Buscaría
y grabaría en su mente rasgos nuestros para transfigurarnos literariamente,
como creo que es su técnica, para hacernos aparecer en alguno de sus escritos
en proceso —se imaginó el organizador y guía, además de retratista.
Ninguno
de ellos estaba del todo equivocado, como más tarde algo al respecto les refirió.
Inspiración y creatividad literaria que logró… y no solo en esa vía, también, al hacerlos víctimas inocentes de su emboscada literaria durante al menos la mitad de esa media mañana cuando, luego de ingresar al Plaza 39, los condujo por entre plazuelas, escaleras y socavones a un singular y acogedor establecimiento para tomar un refrigerio en el Café Mundano. Allá deleitaron lates, capuchinos y suculentos pasteles de pollo y carne, además de alfajores.
También
logró sorprenderlos en el segundo piso, en una terraza inmensa y venteada con
vistas al Parque Nacional y los cerros tutelares de la ciudad, durante la
entrega y autografiada de algunos de sus ejemplares para llevarle, uno a su
amigo nicaragüense y, tal parece, protagonista de una novela de ficción que tal
vez pronto alguien publicará… ¡quizá! El ejemplar autografiado el gestor
cultural lo recibirá en Centroamérica y lo haría llegar a una poetisa paisana
suya quien emigró a Estados Unidos. Los otros libros los rifó entre los cinco,
no sin dejarlos de sorprender con las historias relacionadas de cada obra,
incluso, con la lectura de estrofas rítmicas que conmovieron sus fibras nicas más
escépticas.
Ninguno
de ellos se imaginaba que durante el café al cual los invitó tenía programado,
de tiempo atrás, hacer el lanzamiento internacional de la publicación de su
libro número 12… ¡que ellos eran los escogidos para tan particular y sencillo
acto de difusión literaria! Tan propio de su personalidad introspectiva y
escurridiza.
Fue
un momento único en sus vidas… imposible de olvidar y, tal vez, de volver a
vivir, menos en un país como aquel y con alguien que… como le pareció al primo
del joven empresario de la construcción, ‘¡más que un escritor parece un cura!’
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