¡Ay, amor!, cada
página de mi existencia es de tu dominio, incluso lo escrito antes de nuestro
idilio. Lo aquí plasmado, cuando no es que en mis ojos de antaño los has leído,
sé que en las heridas de mis añoranzas lo has percibido... y lo que de pronto
no, de mis labios ha brotado cada que lo has pedido.
Bien sabes, amor, que hasta el día que
juntamos nuestros destinos mi camino lejos estaba de ser el jardín de las alegrías...
y lo reconozco: aunque no en todo en mucho he fallado, como seguido te lo he
contado; y te lo volveré a decir si me lo pides otra y otra vez, aunque al
reiterarlo me embargue la melancolía.
Antes de ti a
la vera del camino, y no pocas veces por doquiera, como bien sabes, me tropecé
con filudos guijarros y espinas fieras. Algunos de aquellos, y sobre todo estas,
al encontrarnos persistían adheridas a mi piel y caminar difícil me hacían,
incluso respirar con tranquilidad me impedían...
Eso fue hasta
cuando llegaste tú y de un buen número de estas y de aquellos me ayudaste a despejar.
Entonces, mi paso de nuevo fue seguro y mi caminar erguido al ir de tu mano firme
cogidos, por lo que la esperanza y las metas a nuestros ojos volvieron.
¡Ay, amor!, sabes
que ahora lo único que me importa es tu presente y ese futuro hermoso en
construcción para nosotros... aunque no del todo fácil.
Mi pasado
consignado en el libro de mi vida para ti siempre abierto ha estado. Disponible,
sin pretender esconderte nada, porque nada tengo que ocultarte, mucho menos vergüenzas...
de esas que la gente suele decir que son inconfesables. Que si las hubiera...
también te las hubiese compartido para evitarte el dolor de saberlo por casquivana
o malintencionada boca ajena.
Mi vida es un
libro abierto para ti, con tal de jamás quebrantar la chispa del amor y la
confianza que nos prendó. Esa pasión que, por la misma razón, quiero mantener
incólume sin acometer jamás, a no ser que sea por voluntad tuya, querer
siquiera leer ni una brizna de tu ayer.
De ti me
importa saber y necesito entender tan solo a partir del instante mismo cuando
te conocí. Te amo así, sin saber ni pretender averiguar tu historia antes de mí.
Porque, haya sido lo que haya sido fue lo que te condujo hasta aquí para
mostrarme la senda que me facilita dejar en el olvido ¡mi pasado sin ti!, que
más que triste ¡fue sufrido!
Disponible en Revista Latina NC