Creo que este fue el diálogo mudo que
tuvimos… ¡creo!
—Humano, ¡tengo hambre!
—Hola, Luna, termino una idea y
voy...
—¡Deje ya de teclear y sírvame o
salto encima de esa cosa!
—¡No!, Luna, no te atrevas a brincar
sobre el teclado. Mira que estoy en plena creación...
—¡Creación es la que mis patas y uñas
harán si no se mueve y me sirve ya mi concentrado!
—¡Ay!, Luna, me estás dañando el
escrito y la inspiración... por favor, bájate de ahí que rasguñas el teclado.
—Se lo advertí, humano terco, si no
hay comida...
—Dame unos diez minutos y voy a darte
tu concentrado.
—¡Ja!, de aquí no me quito y ni
intente moverme porque mis uñas están alborotadas como mis tripas hambrientas.
¡Comida!
Al ver que la gata no
se movía y no dejaba de mirarme como si me retara, me levanté y fui al lugar
donde guardamos su concentrado.
—Aquí tienes tu comida, Luna.
—¡Ya era hora, humano! Aunque me
gusta más la húmeda, es más fácil de tragar y tiene mejor sabor y olor.
—Cuando vaya a la ciudad te traigo
unas latas de las que te gustan... ¡Son más caras!
—¡Qué cosa con usted para que haga lo
que le corresponde y me alimente como debe ser!
—Espero que ahora dejes trabajar en
paz a tu amo.
—¡Ja!, ¡¿mi amo?! Siga soñando,
¡esclavo! Mejor, déjeme comer tranquilo y vaya ahora sí a inventar buenas
historias para que me pueda comprar lo que merezco.