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(Fragmentos)
No. 1
"A las 5:55 de
la mañana el párroco, con fruncido ceño, frente en alto, y enérgico, erguido y
decidido paso, salió de la casa cural, directo a la de Bernardo Mencino. Al no
encontrarlo, se fue para la de su concubina más frecuente, la señorita Juliana
Gonzaga, en donde, en efecto, lo encontró. Él sabía que aquella macabra jugarreta
no podía tener un autor diferente. Una vez frente a él; quien lo recibió en
franela y calzoncillos, además, con una burlona sonrisa, mientras le preguntaba
por “El Patas” que lo había visitado en la noche; seria, elocuente y
pausadamente, sin entrar en razones y sin hacerle caso a su malintencionada y
burlona actitud, le dijo:
—Bernardo Mencino, por su imperdonable ofensa..., la inexorable maldición del poderoso tres, la tríada de
la desgracia, caerá sobre usted, sobre su círculo social hasta al menos su
tercer nivel, y sobre toda su infeliz descendencia. Con letal y especial
énfasis sobre los desventurados que lleguen a llevar su sangre, o que por
cualquiera otra razón carguen el lastre de la demoníaca marca Mencino como
primero o segundo apellido, o las dos cosas. Algo menos trágico, triste,
dramático o acentuado, sobre aquellos descendientes suyos y, en especial, para
tres de ellos, quienes, además de llevar su sangre, por alguna casualidad o
capricho del destino, corran con la suerte de descargarse de tan fatal estigma
como apellido… Tan solo uno de estos tres últimos —le enfatizó el sacerdote—
... tendrá, posible, más
no seguro, el mérito para lavar la mancha de tan canalla afrenta. Pero, solo
hasta cuando al menos transcurran treinta veces tres años, y en uno cuya suma
de sus tres primeros dígitos sea tres, o múltiplo de tres; coincidente con su
dígito final, que al restarle su anterior, vuelve al inicial; y por la época
para cuando a la humanidad la visite el destructivo e inexorable pulso
celestial…"
No. 2
"Valentino solo
le comunicó la historia a Bermina, de forma fragmentaria. Lo hizo, ante su
desilusión con Bernardo: su malogrado proyecto y sucesor político escogido,
quien, de haberlo sabido, Valentino también lo tenía claro y se atormentaba por
ello, no hubiera dudado un instante en descubrir, en poner en evidencia, en
intentar apropiársela. O en apostar y dilapidar aquella hacienda patria que,
según le dijo Valentino a Bermina, y por su conducto, años después a Gilda y a
Olegario Arturo:
—Mientras se mantenga prístina y sin contagios de ambición, proveerá
despacio y a tiempo lo necesario y vital para la sociedad. Quizá, tal vez,
algunos piensen que tal riqueza así es inocua o medianamente productiva, frente
al ingente potencial industrial que dispararía el crecimiento económico, para
unos pocos. Sin embargo, si se le da ese mercantil curso, desencadenará la
hecatombe social incontrolable de la sangrienta miseria y maluquencia nacional,
azuzada por el odio fraternal y la codicia individual armada… que bien podrían
prolongarse, de manera perenne y mutante, por todo el suelo patrio, y durante
al menos tres veces doce generaciones nacionales... "
No. 3
"—Sí, sobrino,
así es —le dijo, tomándole sus manos con cariño fraternal, percibiendo la inexorable
llegada del postrer instante de su sobrino nieto—. Para colmo de nuestros
pecados, el señor presidente Uribia Morales resultó ser pariente nuestro. Como
tantos connacionales más, que ni nos imaginamos, casi todos de mala prosapia. ¡Qué
gran calamidad nacional! Lo de la parentela con el presidente desde hace tiempo
lo sospeché, tanto por el parecido físico entre nosotros, aunque él es un poco
más blanco por línea materna, como por su taimado comportamiento y soberbia en
sus acciones. Además, la maldición del
padre Sarmiento no solo se hizo efectiva durante su primer lapso, el cual está
en proceso de culminación, sino que se va a repetir, y no solo a nivel de
pueblo, en Oroguaní, ni afectando en exclusiva a los que carguen el Mencino de
una u otra manera, o en alguna escondida parte del alma. Parece que lo hará, al
menos por dos periodos más, de igual duración cada uno, dándole alcance a casi
todos los connacionales, con o sin la tal marca aquella encima. Con solo ser habitante
de este país y respirar su contaminado ambiente de miseria, es más que
suficiente para ser objeto de la acción y contagio de la mandinga tríada que
cabalga indómita en la nostalgia social que a todos nos afecta, sin lenitivo
alguno a la vista que la contrarreste.
—Tío… —le
dijo, comenzando a sentir dificultad para pensar y hablar—, lo del parentesco
con Uribia Morales… algo así descubrí vagamente, no solo por algunas
inferencias que alcancé a revisar, también por ciertos esquivos detalles que
encontré en los borradores de sus memorias, así como en las cortas charlas que
con él tuve en Palacio, hace poco… Sin embargo, no le di mayor importancia. Mi
madre jamás me refirió algo así, tampoco aparece referencia alguna en el
manuscrito de mi bisabuelo Bernardo… Tal vez ese lazo de sangre con él fue el que
me impidió ejecutarlo en su momento… como se lo merecía, ¡y merece!, tío.
—Lo sé,
Olegario Arturo. Pero, no te recrimines por eso. El que no lo hayas hecho
obedeció a varios factores. El primero, a la acción de las custodias patrias,
con Zoila Abigail a la cabeza, así como a los genes Mencino que te lo impidieron.
Además, porque a Uribia Morales todavía le falta mucho daño por hacerle a esta
atembada sociedad… como él dice: «camino a la hecatombe»."
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